En
1885 murió Alfonso XII y su mujer María Cristina de Habsburgo ocupó la regencia
hasta que su hijo, Alfonso XIII, tuvo la edad legítima para reinar.
En
1898, durante la regencia de María Cristina, España perdió Cuba, Filipinas y
Puerto Rico (entre otras posesiones de Ultramar). Este hecho dejó a nuestro
país con apenas unas colonias en el norte de África en un contexto
internacional poco favorable, ya que el resto de potencias estaba en pleno auge
expansivo.
Al
margen de lo que se ha dicho, la pérdida de las Antillas no supuso una crisis económica
en España, pues muchos indianos (españoles que se habían enriquecido en las
colonias) volvieron a nuestro país e invirtieron su capital en industrias. No obstante,
el mayor problema para nuestro país fue la crisis ideológica que la pérdida de
territorios generó.
Como
ya se ha comentado en líneas precedentes, la pérdida de las colonias españolas
se produjo en un contexto internacional plenamente colonizador. Ello, no solo generó
una sensación de pesimismo, sino que puso también de manifiesto todos los males
en los que estaba asentada nuestra nación. Una
de las obras literarias donde mejor se aprecia este sentimiento es en Luces de Bohemia de Valle-Inclán, pues
en ella se utiliza un género literario conocido como el Esperpento, el cual
consiste en deformar la realidad, una realidad de la que el autor quiso huir.